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Miércoles, 09 Octubre 2013 01:56

La última rebelde.

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La última rebelde.

 

"Sollozan entre mis manos las morenas castañuelas.
Mis brazos, ramas agitadas por el viento, aprisionan sueños
y mi cuerpo agua embravecida
hace bullir mi sangre como un millar de panderetas.
La música se prende a mi carne
y un enjambre de mariposas vuela en torno a mis sueños.
Mis pies rompen la tierra, taconean,
y mis ojos quieren besar el cielo.

Seguiré danzando por los senderos del alba;
seguiré danzando en los ojos de los gusanos
y danzaré en la brisa
cuando reviente la tierra hecha flor".
Silvia Barella Lefebre: Algazul, 1962

 


Ahora estoy solo.
Miento.
Me acompañan dos velas, buen vino…
el bandoneón de Piazzolla que nunca pude mostrarte.
Y unas lágrimas que me recuerdan
lámparas abandonadas en patios vacíos.

Ahora brindo por ti.
Por tu tiempo.
Por tu sonrisa infinita.
Por tu amor al amor.
Por tu cepa entrañable.

Ahora maldigo mi prosa maldita
que nunca quiso conjugar tu nombre
Almendra de Baronti
Rebelde,
egoísta.
Nosotros, ingenuos predicadores
y tú siempre supiste que la vida es una danza.
Tu causa solo fue
Tú causa,
naturaleza protectora de perros mendigos.
Cultivadora de sueños silvestres
Recuerdos infinitos.

Atrás quedaron los libros, el violín,
los amigos en el jardín,
las canciones de la guerra civil
Y tu silla sillón, el trono de tu reino.
Atrás quedaron Perú, Argentina y Uruguay
La Rapsodia Húngara resonando
en repisas colmadas
de historia, afecto y fantasías.

Atrás quedaron los cuentos granates.
Fotografías desvanecidas,
nostalgias imperturbables.

Ahora estoy solo,
Miento.
Me acompañan
La invitación a Jean Paul Sartre
Los versos de Leiva Canales
y unos buenos Parisiennes
que engrosan mi garganta.

¡Enronquecer!
¡Ahuyentar a las bestias!
Fuera de aquí los exterminadores del alba
Nosotros sólo quisimos un jardín
de amaneceres libertarios…
En el 1247
En el 8937
En la Alameda de los poetas con frutas.

- Mi niña, dónde está mi niña…
- ¡Por qué!
- Por qué Filiberto…
Por qué una Almendra es tan dulce en su amor
Por qué una Almendra es tan amarga en su olvido.

Fuera de aquí los que no entienden lo que digo
¡Gente de mierda!
Nosotros sólo quisimos
bajar escaleras cantando
y ver el mar,
besando las estrellas de sus manos,
bajo el cielo fundido.
En fin,
No quedó más que leer a De Rokha
No quedó más que creer en no creer
No quedó más que respirar angustia
Y ayunar… y maldecir
homilías y plegarias
por un tiempo festivo.

Te fuiste, lo lograste. No importa.
Como dice mi esperanza Zen
soldado que se muere sirve para otra vida.
Habrá un jardín de Calas reverenciando tu paso
y tres perros soñadores escoltando el camino.

Te fuiste, lo lograste. ¡Si importa!
Si ya hace un tiempo se fue la última bohemia
Si ya hace un tiempo se fue la última romántica
No entiendo qué significa que tú te hayas ido.
Partir tras de ti es lo que me queda
Necesitarás a este niño, para darle su abrigo.

Pero ahora estamos solos.
Es cierto.
Nosotros ya somos otros…
¡Que será de los otros sin ella…!
Quién ocupará su lugar entre tanto hijo hermano nieto.
Quién albergará al ser despreciado
Quién construirá el Ser destruido.

Por ahora…
Sólo queda conformarse con sus sueños.
Solo su mirada de madre abuela hermana,
su alma embravecida compañera
Y la brisa…
la brisa que desde hoy danzará con nuestras lágrimas eternas
conjugando su nombre
Silvia Barella.

Miércoles 21 de julio de 2004.

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