Un poema escrito en el año 2000. Los silviófilos podrán entenderlo. Un regalo para Adrián Prado y la defensa de la República Bolivariana de Venezuela.

Que levante la mano la poesía.

 

Extrañando estamos
aquellos días.

Aquellos días
de banderas trenzadas
y países libres.
De amores espaciosos
y razones domesticadas.
Días en que los milagros
eran de barro,
los deseos nubes
el sol un rostro
y la lluvia amada.

Aquellos tiempos
puramente humanos,
de cantos a la patria
heridas de vida
y prosa feliz.
Tiempos de serpientes
ahogadas
en lágrimas de tierra,
quemadas,
en el cielo de abril.

Extrañando estamos
aquellas flores.
Y aquellos días
en que éramos la vida.
A mano
de todas las manos,
y de versos culpables
de la noche y de ti.

Hoy,
cierta damisela
se ha vuelto eterna
compañera.
Y la nostalgia el odio
más feroz.

Nos convidan a olvidarte,
a despreciar mariposas
y el amor de juventud.
A tapar con tierra
los labios del mundo,
Y a matar los pájaros
que lloran al sol.

Pero aquí estamos,
dejando rastros
que invitan a la vida,
siguiendo las luces
de los caminos,
y aferrados a la locura,
sin cura,
de buscar el sitio
que esconde el amor.