Que lamentable ver como el "Ser" de la Universidad ARCIS se revuelca como un animal moribundo en este 2014.

Mi paso por la Universidad ARCIS fue profundo. Llegué el año 1984, cuando tenia dos sedes, una en Pedro de Valdivia y otra en Pirineos, dos casas residenciales separadas por una cuadra de distancia, adaptadas para impartir clases a un pequeño grupo de estudiantes. Ingresé al primer año de la carrera de Investigación y Planificación Social, que al siguiente año se llamó sociología. Para hacer el cuento corto, ya que un artículo histórico no es posible en este rato que tengo para escribir (pero que se hace cada día más necesario) desde 1984 vi crecer la institución como el mejor observador. De esas casitas en Providencia nos fuimos a Huérfanos 1710, una gran casona, algo terremoteada, pero con aire institucional. En 1990 se logró su acreditación como Universidad. Egresé el año 1992, luego de muchos altibajos de tipo político. (Cabe señalar que antes de egresar de sociología, hice completamente la maestría en ciencias sociales de Gabriel Salazar y la Maestría en Comunicación social de Eduardo Santa Cruz. Durante todo ese periodo tomé ramos de Economía, Diseño y arte. Eso era posible en ARCIS, en aquel tiempo.)

En 1993, trabajando en la Corporación para el Desarrollo de Santiago pude interactuar con sus directivos, en el contexto de la remodelación del Barrio Brasil, en el proyecto de Comités de Adelanto en el que participé como fundador. Fue agradable volver a la universidad como un profesional. En ese marco, fui organizador y docente del Diplomado de Desarrollo Urbano de Comunas y Barrios el año 1997, que impartimos en una sede Huérfanos ampliada y remodelada. Un lujo de edificio. En ese entonces me sentía orgulloso de la institución. Me sentía amigo de sus directivos, me sentía muy cercano a docentes, que más que profesores fueron verdaderas lumbreras. Gente de una calidad intelectual y moral impresionante. No voy a decir nombres ya que me alargaría demasiado. Pasó el tiempo y el año 2000 por motivos más bien de salud, me fui al Valle de Elqui a vivir y a trabajar. Trabajar allá en un proyecto financiado por la Unión Europea con régimen municipal era como estar de vacaciones bien pagadas. (Hago estos alcances porque pienso que esto se lo debo a la impresionante formación universitaria que recibí). En 2003 volví a Santiago, y como ya estaba iniciado en temas de desarrollo web aproveché mi tiempo e ingresé a estudiar Filosofía. Ingresé al primer año, con compañeros aún adolescentes. El primer semestre tomé los ramos normales, y el segundo semestre, tomé ramos de los distintos niveles. En otras palabras, hice la carrera en un año. Fue una gran experiencia. Volver a la Universidad, ahora con una gran sede en la calle Libertad, que más que campus universitario parecía una fábrica Okupa, fue volver a sentir el orgullo de ver el despliegue de eso que llaman el alma mater. Estudiando filosofía, y mi experiencia de iniciado en el pensamiento Sufi, en el Elqui, fue que pude comprender que ARCIS era una verdadera universidad. Comprendí su Ser, que se podía captar entre la gente y los espacios abiertos y cerrados. En las actividades, en los docentes, en los administrativos. Lejos de pensar que se trataba de una experiencia religiosa, era simplemente captar el Ser que se constituye donde se comparte conocimiento de manera real y apasionada. Algo que solo las universidades de verdad pueden lograr. Por esas cosas de la vida, el año 2004 fui contratado para atender el tema web de la Universidad. Desde ese año, hasta el 2010, estuve a cargo de implementar la plataforma web. Fue un tiempo de estar en ARCIS ahora como un simple administrativo, haciendo lo que me apasionaba, el desarrollo digital. Como alguna vez lo dije en un encuentro del primer Claustro universitario, la Universidad ARCIS ha sido lo más constante que he tenido en mi vida. Todos se rieron, pero era cierto. Ni casas, ni matrimonios, ni trabajos permanecieron tanto tiempo en mi biografía como mi relación con la universidad, pasando por todos los estamentos: docente, estudiante, administrativo. Y también como ex docente, ex alumno y ex administrativo, y hasta hoy administrando algunos espacios en redes sociales que algunas autoridades jamás quisieron considerar oficialmente, por su poca altura de miras.

Fueron años complejos. El reportaje de CIPER Chile(1) hace un análisis muy exhaustivo. Y en lo que pude leer, está bien cerca de la realidad, no obstante que algunos hechos puedan interpretarse de manera parcial. No me consta lo ocurrido desde 2010 en adelante ya que no tengo información. Lo único que puedo decir es que en 2006, para la Gran Toma del campus Libertad que duró mucho tiempo, llegué a la conclusión de que a ARCIS le faltaba un nuevo gesto revolucionario. El primer gesto fue ser fundada en plena dictadura, con una legislación completamente neoliberal. Pero en ese contexto, leíamos a Recabarren con el emérito profesor Carlos Ossandón, en una pieza de 4x3 en Pedro de Valdivia, o escuchábamos las clases del Gabriel Salazar, que dictaba desde su libro de tesis doctoral directamente, en un atiborrado subterráneo de calle Pirineos, desde las 8:15 de la mañana, los martes y jueves.

En ese 2006, pensé que a la Universidad ARCIS le faltaba un nuevo gesto revolucionario. Uno que cambiara radicalmente su forma de propiedad. Pensé que docentes y estudiantes pudieran ser dueños de ARCIS, en la forma de una cooperativa, donde cada alumno que ingresa es socio, y sus pagos contribuyen al patrimonio colectivo. Una universidad con democracia directa, donde todos los estamentos son elegidos en votación. Una universidad revolucionaria, ya que esa es su esencia. Pensé que la continuidad de ARCIS solo era posible siendo fieles y consecuentes con su Ser, que nació como brecha del modelo, un virus, y que tuvo un rol importante en la reflexión sobre Chile y Latinoamérica, y el fin de la Dictadura.(2) Ser que fue "alterado" desde 1990, y que se resistió tantas veces, en tantas protestas, en tantas tomas. En tantas discusiones entre académicos y funcionarios de tal o cual partido. Que vivió una transición ambigua y repleta de traiciones, como lo fue esta transición chilena. Ser que sigue resistiendo hasta ahora y que estoy seguro se niega a morir.

Hoy necesitamos a ARCIS como una entidad revolucionaria. Una Universidad que apoye los procesos de transición post capitalista. Que tal vez siga con una figura que atienda el reconocimiento estatal y las normativas y que luche conscientemente por rebasarlas... o tal vez que no. Que su techo sea el mundo y no un ministerio de educación. Que por fin sea la universidad que "No reconoce al Estado" como una instancia válida para que sea su supervisor. Una universidad preocupada no de su patrimonio tangible, sino más bien, de la proyección de su Ser, que hoy está herido, revolcándose en este 2014.

 

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(1) reportaje de CIPER Chile

(2) Frente a esto, creamos la Universidad Libre, como un concepto  o una acción de Arte, que vive hasta nuestros días. Más información en: La Universidad Libre de Santiago, fundada en 2006